La Puerta al Cielo, un paraiso en la montaña

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Por: Andrea Orrego Montoya - Comunicadora Social y Periodista apasionada por la bici

Estamos muy cerca, casi lo podemos tocar con nuestras manos, el nombre de este sitio es proporcional a su magestuosidad, a su buena energía que nos proporciona una inexplicable paz y tranquilidad y a su singular belleza, así es La Puerta al Cielo.

Es claro que la bici nos lleva a los mejores lugares, que pedalear siempre vale la pena, si lo haces con el corazón, con la motivación de mejorar cada día, y además en buena compañía, esa es la clave.

Iniciamos nuestro recorrido camino a Buenavista, vamos calentando nuestras piernas, con buena cadencia, controlando la respiración, y regulando nuestro corazón. Disfrutamos del paisaje que comienza a asomarse, el hermoso Rio Guatiquia, con su color característico del invierno, el terracota, adornado de las majestuosas montañas verde biche que se abren para permitir su paso, y ahí en medio de ese cuadro perfecto esta nuestra ciudad, Villavicencio.

A medida que subimos, el paisaje cada vez es mejor, se abre el panorama y todo se ve perfecto,  un paisaje digno de admirar, el inmenso y verde llano en el que vivimos, y que no es lo mismo ver desde abajo, arriba todo es mejor, hasta el clima es mucho más fresco y puro a pesar de tráfico.

Casi nunca nos sentimos cansados, tratamos de ir a buen ritmo de entrenamiento, para disfrutar de la vista que nos da el camino. Buenavista es una ruta conocida por la mayoría de ciclistas de la ciudad, saben kilometraje y altimetría, los ruteros y ciclomontañistas entrenan con frecuencia en esta montaña. Son seis o siete kilómetros aproximadamente, eso depende de dónde inicies, con una altimetría de 1.066 y 1.295 metros sobre el nivel del mar.

Después de “coronar“ Buenavista, de recargar caramañolas en la panadería, tomamos el desvío que va hacia la vereda Samaria, unos 50 metros antes de llegar a la panadería sentido Villavicencio – Bogotá. Ese mismo desvío es el camino que nos lleva a La Puerta al Cielo. Son cerca de tres kilómetros de recorrido entre subidas y bajadas, la carretera es tranquila, hay poco tránsito, uno que otro carro, moto, caballos y personas a pie, hay partes de trocha, otras de pavimento, parte del recorrido vamos cubiertos por árboles que nos protegen del sol y nos regalan un poco de oxígeno.

El día está perfecto para rodar, el sol nos acompaña con una que otra llovizna que nos refresca, llegamos a una pequeña tienda a la orilla de la carretera, no tiene aviso, pero ahí casi en el kilómetro tres, es donde pedimos permiso para subir al cerro, es propiedad de una señora de casi 60 años que nos deja subir con la condición de no dañarle el prado, y que además de bajada le “hagamos el gasto en la tienda”, a veces cobra mil pesos por subir, esta vez solo quería vendernos agua.

Subimos con cuidado el terreno para llegar a la cima del cerro, son unos 100 metros poco pedaleables que nos conducen a un paisaje que nuestros ojos jamás podrán olvidar. Villavicencio en todo su esplendor, es su estado más perfecto, en total calma, mostrando su mejor Angulo. El cielo está perfectamente despejado y nos permite ver todo con claridad, apreciamos cada detalle para grabarlo en nuestros celulares y nuestra memoria. No te digo más, compruébalo tú mismo.

Estamos en todo lo alto, felices de vivir una experiencia más en bicicleta,  llegamos al cerro donde se lanzan los parapentistas para sobrevolar la ciudad y tener la mejor vista del llano, ahí nos llevó la bici, a la cima, a respirar aire puro, a darle un regalo a nuestros ojos, a tomarnos la mejor foto y llevarnos el mejor recuerdo.

Hicimos un recorrido de casi 24 kilómetros en tres horas, entre fotos, charlas y entrenamiento, para todo hay tiempo, la bici hay que disfrutarla y La Puerta al Cielo también, no se la pierdan, allí la señora tiene servicio de desayuno y almuerzo, si se pide con anticipación, es una experiencia para vivirla con familia y amigos.

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